Un impactante hallazgo en una propiedad que alguna vez habitó Gustavo Cerati ha desencadenado el final de una búsqueda de 41 años. Los restos humanos, encontrados en el patio de una casa en el barrio de Coghlan, han permitido al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificar a un adolescente llamado Diego Fernández desaparecido en 1984. Esta revelación abrió un nuevo y doloroso capítulo para la familia el joven, quien en aquel entonces tenía solo 16 años. La noticia fue el detonante para que una familia sumida en la incertidumbre comenzara a atar cabos.
Los macabros detalles que reveló el análisis forense del cadáver encontrado junto al chalet de CeratiPara Javier, hermano del joven identificado como Diego Fernández, la confirmación de la identidad del cuerpo representa el cierre de cuatro décadas de profunda angustia y dolor. Expresó su asombro ante la magnitud de lo sucedido, señalando que “no nos entra en la cabeza lo que pasó con él”.
Aunque la tristeza y el sufrimiento por la ausencia llegaron a su fin, ahora se inicia una etapa crucial para esclarecer las circunstancias que rodearon la muerte del joven. La dificultad de asimilar la realidad tras tanto tiempo de incertidumbre subraya el impacto de este misterio finalmente resuelto.
Caso Diego Fernández: misterios resueltos cuatro décadas después
La conexión entre el hallazgo y el caso de Diego surgió cuando los medios informaron sobre los huesos encontrados en la vivienda del cantante. Fue entonces cuando su sobrino y su cuñado comenzaron a investigar, buscando datos y comunicándose con la fiscalía para señalar la posibilidad de que se tratara de Diego. Javier rememora su sorpresa al ser contactado por la fiscalía, que le confirmó la probabilidad de que los restos fueran los de su hermano.
La investigación inicial de la desaparición de Diego, ocurrida la tarde del 26 de julio de 1984 mientras se dirigía a casa de un amigo, se vio obstaculizada por el contexto político de la época. Sus padres intentaron denunciar su ausencia la misma noche, pero los oficiales desestimaron el caso, sugiriendo que "se fue con una mina, ya va a volver". Diego nunca regresó, y su padre, quien falleció en 1991 en un accidente de tránsito mientras lo buscaba incansablemente, siempre sostuvo que había sido "robado por una secta".
Un compañero del colegio, el principal sospechoso del crimen
A raíz de la declaración de un testigo clave, el fiscal Martín López Perrando ha centrado sus sospechas en Cristian Graf, de 56 años, quien fue compañero de colegio de la víctima y actual dueño de la casa. El cuerpo de Diego habría permanecido enterrado por más de 40 años en el jardín del chalet perteneciente a la familia Graf, en Avenida Congreso al 3700. Graf era compañero de Diego en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N° 36, según aportó un antiguo compañero de ambos.
El testigo, apodado "El Gaita" Fernández, quien conocía a Diego y a Graf, apodado "El Jirafa", se convirtió en una pista fundamental para comprender los sucesos de la década del '80. A pesar de que la familia Graf ha habitado el domicilio desde los años 70, nunca habían sido citados a declarar como testigos o imputados por falta de pruebas. Sin embargo, la declaración de este testigo clave podría cambiar su situación, aunque el paso de 41 años desde el brutal crimen hace que el hecho sea declarado prescripto, impidiendo una pena para el culpable.
Desde la tumba improvisada en el fondo de la casa, los peritos lograron recuperar piezas esenciales para la causa. Se encontró un reloj marca Casio modelo CA80, muy popular en la década del 80, un corbatín, restos de cuero de zapato, un llavero tipo náutico, un botón de jean y una moneda usada como amuleto. Estos elementos permitieron a los investigadores determinar inicialmente que la muerte ocurrió entre 1981 y 1991, o incluso entre 1985 y 1995, dada la llegada de la moneda a Argentina. Diego, un joven responsable que entrenaba en el Club Atlético Excursionistas y asistía a la ENET N° 36, vestía el uniforme de su colegio al momento de su desaparición, según la reconstrucción de los investigadores.